· El empleo que generaría la construcción sería puntual.
· No se trata de una obra respetuosa con el medio ambiente como se quiere vender.
· La Palma necesita de más economía productiva y de políticas sociales y no de asfalto y hormigón.
Desde Izquierda Unida Canaria (IUC) en La Palma, consideramos que , evidencia que para las instituciones en manos de Coalición Canaria no existe límite alguno en el ejercicio de la propaganda.
La presentación de una nueva carretera que unirá Los Llanos de Aridane y Puntagorda, sin fecha de ejecución prevista ni presupuesto comprometido
Y lo que aún es más grave, demuestra que el asfalto y el hormigón continúan siendo su único argumento político, el alimento básico de su programa electoral, frente una realidad caracterizada por las elevadas tasas de paro, la degradación de los servicios públicos educativos y sanitarios y la ausencia de estrategias que posibiliten la viabilidad del sector primario.
El empleo generado es puntual y se limita casi en exclusiva a la fase constructiva
Pero no es necesario recurrir al ejemplo británico. Más de una década de inversión masiva en la red viaria del archipiélago y de la isla demuestran la falacia del discurso dominante. La crisis económica y financiera no debe servir de coartada para maquillar esos datos. Ya antes de que se dejara sentir su impacto, era evidente que múltiples indicadores reflejaban el estado de malestar en el que vive nuestra sociedad. El hormigón y el asfalto poco han hecho por el bienestar.
Una vez más nos hablan del progreso y el desarrollo que traerá aparejada la nueva carretera, de su impacto sobre la cohesión territorial de la Isla, de las mejoras en la eficiencia energética del transporte que traerá aparejadas e incluso de su respeto por el medio ambiente.
Sin embargo olvidan interesadamente la debilidad de esos planteamientos. La manida relación entre desarrollo y nuevas infraestructuras de transporte fue puesta en entredicho en los años noventa en el Reino Unido. Se sabe que a partir de una dotación básica carreteras su aportación a la economía y al bienestar es marginal, pudiendo llegar a ser negativo cuando su impulso implica detraer fondos de otras inversiones mucho más productivas en términos económicos.
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